La caries de piezas dentales comienza sin generar síntomas, como un cuadro destructivo de la superficie dura de los dientes. Streptococcus mutans, principalmente, y otras bacterias, colonizan la capa orgánica de “amortiguamiento” en la superficie dental para producir la llamada placa dentobacteriana. Si no son eliminados por cepillado o por una acción natural de la saliva y las partes blandas de la boca, los ácidos de las bacterias desmineralizan el esmalte. La caries es más frecuente en las grietas y las depresiones de las superficies oclusales. También son vulnerables las superficies junto a zonas de restauración y las raíces al descubierto, por el hecho particular de que la población de adultos mayores y ancianos todavía tienen dientes. Con el paso del tiempo la caries afecta a la dentina subyacente, origina cavitación del esmalte y por último penetra en la pulpa, con lo que produce una pulpitis aguda. En esta fase inicial en que está circunscrita la infección de la pulpa, la pieza dental se torna sensible a la percusión, al calor o al frío, pero el dolor cede inmediatamente después de que desaparece la acción del estímulo irritante. Si la infección se propaga a la pulpa, surge pulpitis irreversible que culminará en necrosis de este tejido. En la etapa final el dolor es intenso y tiene características penetrantes o pulsátiles de los dolores viscerales y empeora con la persona en decúbito. Una vez que se ha completado la necrosis de la pulpa el dolor puede ser constante o intermitente, pero se pierde la sensibilidad al frío.
El tratamiento de la caries consiste en eliminar el tejido duro reblandecido e infectado; sellar la dentina al descubierto y restaurar la estructura odontológica con amalgamas de plata, mezclas o aleaciones de materiales plásticos, oro o porcelana. Una vez que surge la pulpitis irreversible se necesita el tratamiento de los conductos o canales de las raíces y se extrae el contenido de la cámara pulpar y los conductos mencionados, seguido de limpieza profunda, aplicación de antisépticos y colocación de un material inerte. Como otra posibilidad cabe extraer la pieza dental.
La infección de la pulpa en caso de que no se propague por el esmalte cariado origina un absceso periapical que causa dolor con la masticación. Si la infección es leve y crónica, se forma un granuloma periapical o al final un quiste periapical, y cualquiera de los dos originará en la punta de la raíz una imagen radiolúcida en las radiografías. El absceso periapical no tratado erosiona el hueso alveolar y produce osteomielitis, penetra y se propaga por las encías (parulis) o disecciona planos aponeuróticos profundos y produce una celulitis virulenta (angina de Ludwig) que afecta el espacio submaxilar y el suelo de la boca. Los ancianos, los diabéticos y las personas que reciben glucocorticoides posiblemente sientan poco o ningún dolor o fiebre, conforme surgen estas complicaciones.
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